Un Festival para Todos
Por Jorge Mario Molina Rojas
Entre el dos y el 11 de Septiembre se celebró en Medellín el ”XIV Festival Internacional de Jazz y Músicas del Mundo 2010” que contó con la interpretación de numerosos y excelentes artistas del género. En esta ocasión el talento importado desde el exterior estuvo a cargo del arreglista y reconocido compositor Chucho García, el cual se presentó junto con la Spanish Harlem Orchestra y Poncho Sánchez quien logró fusionar el blues y el jazz con los ritmos afro-antillanos.
El Festival Internacional de Jazz se celebra en Medellín desde la década de los 90’s cuándo se pone en evidencia la falta de un espacio propicio para el desarrollo y exposición musical de jazz y ritmos afines. El primer festival de jazz inició en octubre de 1997 en el bar del teatro matacandelas donde se reunían por primera vez algunos de los músicos virtuosos de la época, que poco a poco fueron puliendo y moldeando esta idea.
Además del festival que se realizaba en el teatro matacandelas, en la ciudad se hacían otros dos festivales: el Festival de Jazz en la universidad EAFIT y el Festival de la Big Band que impulsaba el movimiento del swing, algo muy nuevo para la ciudad en los 90’s.
Es visible entonces el gran alcance y desarrollo que ha tenido este festival en la ciudad a lo largo de los años y como poco a poco se ha ido codeando con otros grandes festivales que se realizan al redor del mundo.
En esta XIV edición se destacaron los grupos que fusionan el jazz con raíces musicales de algunos países latinoamericanos, entre ellas Holambia que es un reciente proyecto integrado por cuatro músicos holandeses y cuatro colombianos quienes logran fusionar ritmos colombianos con jazz y latin jazz, dando como resultado una interesante y excelente mezcla entre ambos países.
El concierto de Holambia tuvo lugar el día miércoles 8 de Septiembre en el parqueadero del Centro Comercial el Tesoro desde las 9:00 pm, evento de entrada libre.
Cuándo muchas de las personas se disponían a entrar al concierto, luego de caminar por una extravagante alfombra roja, de tomarse un trago de Ron Medellín Añejo (obsequiado por unas hermosas mujeres a la entrada) y de una pequeña requisa con detector de metales; se llevaron una gran sorpresa al enterarse que el evento sí era de entrada libre pero “con boleta”, que dilema. La gente preguntaba cómo se podía adquirir una boleta gratis para entrar al evento y se encontraban con la respuesta de que días antes ya estaban agotadas.
Con las caras largas e incomodas por tener que salirse de la fila, muchas de esas personas fueron ubicadas a un lado de la resaltante alfombra roja para ver como un gran grupo de “excéntricos” lucía su mejor “pinta” de la noche para conciertos de jazz. Algunos de ellos entraban sin boleta puesto que mejor que eso tenían sus nombres escritos en una selecta lista portada por una encantadora mujer, pero que por más encantos que tuviera no dudaba en sacarte de la fila si no estabas en ella.
Pasados unos 30 minutos, el grupo de personas que habían sido ubicadas a un lado de la alfombra empezaba a crecer. Cada vez era más evidente “la mancha negra” puesto que muchos no sabían que iban para un desfile de modas improvisado en la entrada y me atrevo a decir que a duras penas, muchas de esas personas tenían el pasaje preciso para devolverse a las 11:00 pm en taxi, hora en que finalizó el concierto. ¿Qué hace entonces alguien de clase media que viva en municipios aledaños para desplazarse hasta ese lugar? Creo que la respuesta es obvia, muchas personas de clase media que querían disfrutar del evento no pueden darse el lujo de pagar un taxi que puede valer alrededor de $10.000 o más dependiendo del barrio donde se viva, además el irse sin saber si va a alcanzar a reclamar una boleta no justifica la inversión económica para muchos. Sin embargo, algunos estaban allí esperando que alguien se apiadara de ellos y los apadrinara para entrar.
Justo cinco minutos antes de comenzar el concierto y cuando la gran mayoría de los invitados y de los que tenían boleta ya estaban sentados y ubicados, Juan Trujillo uno de los organizadores del evento, dio la tan anhelada orden que muchos estaban esperando, entrada sin boleta.
Ya en el sitio, se puede apreciar un poco más el gran trabajo por parte de la organización y es de admirar la gran creatividad para transformar un pequeño parqueadero en todo un auditorio con mesas y sillas para aquellos que querían y podían pagarse unas cuantas cervecitas o un rico trago de ron que por cierto ya no era gratis.
Empezado el concierto, la mayoría de las personas ya no pensaban mucho en lo ocurrido a la entrada, pues el grupo Holambia estaba integrado por excelentes músicos que hicieron olvidar todos aquellos inconvenientes con tan armoniosa música. Solos de trompeta y saxofón fueron el plato fuerte de la noche, acompañados de increíbles improvisaciones por parte del resto de los músicos.
El concierto en cuanto a organización, decoración del espacio, luces y sonido fue excelente; pero cuando los eventos de este tipo se empiezan a volver elitistas, realmente la música pasa a un segundo plano. Si el evento es privado cada empresa que lo realice tiene sus reglas y condiciones, pero cuando un evento deja de ser concierto y se vuelve un “festival”, festival que se regala a toda una ciudad y comunidades aledañas, no se puede caer en ese tipo de “favoritismos elitistas” donde se impide el disfrute de todos por igual y a mi parecer se vuelve algo clasista.
Este año el Festival de Jazz en su XIV versión ha finalizado y con muy buenos comentarios porque no todo es malo, hay que reconocer que este festival está a la altura como muchos de los festivales que se realizan en el mundo cada año, pero para qué tratar de descrestar y gastar todos los esfuerzos en la gente de afuera y ajena a nosotros, si es nuestra propia gente la que se está sintiendo excluida. Es un tema que debería tener un mayor control por parte de la Alcaldía de Medellín para que tanto ricos como pobres puedan disfrutar JUNTOS del arte, donde nadie es más ni menos.
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