FUERZA. Hemos alcanzado la región más extrema de la Tierra,
el último rincón de Escitia, en un desierto nunca encontrado. A tí te
corresponde, Hefestos, cumplir las órdenes de tu padre. Debes fijar a este
malhechor en estas abruptas rocas, utilizando irrompibles grilletes de bronce,
porque robó el resplandor del fuego, origen de todas las artes, entregándoselo
a los hombres.
Prometeo
Encadenado
Hace mucho tiempo de niño me dieron una bicicleta, como a
muchos otros niños en esa fecha. Caídas, raspones, alegría; salir en ella,
recorrer la ciudad, montañas, ríos y valles. Hoy después de 15 años de andar en
ella, poseo la certeza que puede llevarme a cualquier parte del mundo, esta es
la historia de un camino de vuelta, la maquina más eficiente de la tierra,
forjada en la fragua de la innovación, hierro y caucho, vida y conocimiento. El
equilibrio perfecto entre lo biológico y lo mecánico. La más bella expresión de
lo análogo. La bicicleta.
En 1785 un alemán llamado Karl Drais configura un artefacto
para la movilidad, aumentando exponencialmente el espacio en el mundo, debido
al efecto en la percepción de las distancias, ya que, nada queda lejos; es
nombrada por su inventor como velocípedo (en latín, pies rápidos)
convirtiéndose en la primera manifestación, en tanto vehículo que no está
sometido a la vertiginosa historia de los combustibles fósiles, la bicicleta
lleva a la humanidad a un nuevo lugar, donde el cuerpo es el motor de una nueva
cosa. La era industrial permite a la humanidad depender de una máquina que se
alimenta de la fuerza propia de su constructor y a diferencia de otras funciona
en la medida que nunca se deje de pedalear, y ahí radica su belleza: solo se
mueve cuando es accionada por un cuerpo, el esfuerzo y el cansancio transforman
el pensamiento, un comienzo, un final conectados por diferentes caminos, la
vida en movimiento. Los caminos como las lluvias van y vienen, la contemplación
que produce pedalear no. Solo 220 años de pruebas y errores, las bicicletas
solo son círculos andando en círculos, el esfuerzo siempre se mantiene.
Un francés dice:
Nunca
supe hablar del yo ni describir la conciencia. Cuanto más pienso, menos soy;
cuanto más soy yo, menos pienso y menos actuó. No me busco como sujeto, necio
proyecto; los únicos que pueden encontrarse son las cosas y los otros. Entre
ellos, un poco menos cosa y mucho menos otro, aquí está mi cuerpo. (Serres,
2011)
Así, subir una colina, calles interminables, una
pronunciada pendiente; seguir para que cada gota de sudor que surge de la
cabeza y cae en el asfalto represente aquel equilibrio perfecto, en donde el
cuerpo en sincronía con la maquina aceitada surcan un camino hacia la cima, una
singularidad para disfrutar la recompensa: el descenso, rápido y vacío de
razón, reacción y concentración, no hay tiempo para pensar solo para actuar. La
bicicleta complementa el instinto de preservación de la vida, aquel que hace
muchos años ayudo a cazar a los ancestros, el caos de la vida misma en el anunciado
giro, segundos antes, visto velozmente, actuar, sin considerar la fuerza y
velocidad que se lleva, pensar en la gravedad y en los 90 kilogramos que
sumamos, llenaría de miedo a nuestro cuerpo y aunque el miedo te mantiene vivo
en este momento girando no, no hay tiempo para pensar. El viento golpea, los
sonidos cada vez más difusos, seguimos sin pensar, ya que, pensar es la razón
para caerse, fracturase y finalmente alejarse por un tiempo del trance, de la
sensación de andar en bicicleta y la soledad que brinda divisar la naturaleza
en un intenso descenso, definitivamente, solo unos pies rápidos son necesarios
para vivir por ese suelo cubierto de piedras y arena, el camino; aceleración y
después velocidad. Un auténtico e individual momento. El cuerpo y la máquina
juntos en armonía gracias a la ciencia en un bello cuadro pintado por el más
ebrio de todos los artistas.
La ciencia ajusta sus observaciones en la medida que
experimenta a través del tiempo, cuanto tuvo que ver para poder configurar una
singular unión de máquina y cuerpo, una herramienta que cataliza la fuerza y
nos lleva a los lugares de los deseos, es la ciencia la que provoco la
posibilidad de entender el mundo sin la razón, una contradicción, que solo
momentáneamente se resuelve en el andar. Inevitablemente el andar se detiene,
la vida no.
• Serres Michel. Variaciones
sobre el cuerpo.-1 ed - Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011.