GuandoloRadio

26 mar 2014


FUERZA. Hemos alcanzado la región más extrema de la Tierra, el último rincón de Escitia, en un desierto nunca encontrado. A tí te corresponde, Hefestos, cumplir las órdenes de tu padre. Debes fijar a este malhechor en estas abruptas rocas, utilizando irrompibles grilletes de bronce, porque robó el resplandor del fuego, origen de todas las artes, entregándoselo a los hombres.
Prometeo Encadenado
Hace mucho tiempo de niño me dieron una bicicleta, como a muchos otros niños en esa fecha. Caídas, raspones, alegría; salir en ella, recorrer la ciudad, montañas, ríos y valles. Hoy después de 15 años de andar en ella, poseo la certeza que puede llevarme a cualquier parte del mundo, esta es la historia de un camino de vuelta, la maquina más eficiente de la tierra, forjada en la fragua de la innovación, hierro y caucho, vida y conocimiento. El equilibrio perfecto entre lo biológico y lo mecánico. La más bella expresión de lo análogo. La bicicleta.
En 1785 un alemán llamado Karl Drais configura un artefacto para la movilidad, aumentando exponencialmente el espacio en el mundo, debido al efecto en la percepción de las distancias, ya que, nada queda lejos; es nombrada por su inventor como velocípedo (en latín, pies rápidos) convirtiéndose en la primera manifestación, en tanto vehículo que no está sometido a la vertiginosa historia de los combustibles fósiles, la bicicleta lleva a la humanidad a un nuevo lugar, donde el cuerpo es el motor de una nueva cosa. La era industrial permite a la humanidad depender de una máquina que se alimenta de la fuerza propia de su constructor y a diferencia de otras funciona en la medida que nunca se deje de pedalear, y ahí radica su belleza: solo se mueve cuando es accionada por un cuerpo, el esfuerzo y el cansancio transforman el pensamiento, un comienzo, un final conectados por diferentes caminos, la vida en movimiento. Los caminos como las lluvias van y vienen, la contemplación que produce pedalear no. Solo 220 años de pruebas y errores, las bicicletas solo son círculos andando en círculos, el esfuerzo siempre se mantiene.

Un francés dice:
Nunca supe hablar del yo ni describir la conciencia. Cuanto más pienso, menos soy; cuanto más soy yo, menos pienso y menos actuó. No me busco como sujeto, necio proyecto; los únicos que pueden encontrarse son las cosas y los otros. Entre ellos, un poco menos cosa y mucho menos otro, aquí está mi cuerpo. (Serres, 2011)
Así, subir una colina, calles interminables, una pronunciada pendiente; seguir para que cada gota de sudor que surge de la cabeza y cae en el asfalto represente aquel equilibrio perfecto, en donde el cuerpo en sincronía con la maquina aceitada surcan un camino hacia la cima, una singularidad para disfrutar la recompensa: el descenso, rápido y vacío de razón, reacción y concentración, no hay tiempo para pensar solo para actuar. La bicicleta complementa el instinto de preservación de la vida, aquel que hace muchos años ayudo a cazar a los ancestros, el caos de la vida misma en el anunciado giro, segundos antes, visto velozmente, actuar, sin considerar la fuerza y velocidad que se lleva, pensar en la gravedad y en los 90 kilogramos que sumamos, llenaría de miedo a nuestro cuerpo y aunque el miedo te mantiene vivo en este momento girando no, no hay tiempo para pensar. El viento golpea, los sonidos cada vez más difusos, seguimos sin pensar, ya que, pensar es la razón para caerse, fracturase y finalmente alejarse por un tiempo del trance, de la sensación de andar en bicicleta y la soledad que brinda divisar la naturaleza en un intenso descenso, definitivamente, solo unos pies rápidos son necesarios para vivir por ese suelo cubierto de piedras y arena, el camino; aceleración y después velocidad. Un auténtico e individual momento. El cuerpo y la máquina juntos en armonía gracias a la ciencia en un bello cuadro pintado por el más ebrio de todos los artistas.
La ciencia ajusta sus observaciones en la medida que experimenta a través del tiempo, cuanto tuvo que ver para poder configurar una singular unión de máquina y cuerpo, una herramienta que cataliza la fuerza y nos lleva a los lugares de los deseos, es la ciencia la que provoco la posibilidad de entender el mundo sin la razón, una contradicción, que solo momentáneamente se resuelve en el andar. Inevitablemente el andar se detiene, la vida no.

• Serres Michel. Variaciones sobre el cuerpo.-1 ed - Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011.

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ESTA ES LA PRIMERA

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